Bundanoon es una ciudad de Nueva Gales del Sur (Australia) con poco más de 2.000 habitantes. Empezó a tener repercusión internacional después de que esta pequeña población decidiera por su cuenta prohibir la venta o distribución de agua mineral embotellada en todo el término municipal. La prohibición incluía comercios y reuniones celebradas en la ciudad. Era la primera ciudad australiana –y quizá la primera del mundo- en tomar esta medida.
La declaración de la ciudad de Bundanoon como ciudad libre de agua embotellada tenía como objetivo evitar todo este impacto ambiental, considerando que el agua de boca ofrece unas garantías sanitarias incluso superiores a las de ciertas aguas envasadas. Y es que el el departamento de Medio Ambiente y Cambio Climático de Nueva Gales del Sur calculó que para producir los envases para esta cantidad de agua, transportarlos y refrigerarlos se utilizan 200 mililitros de petróleo por litro de agua. Por ello, al menos se consumen 120 millones de litros de petróleo para el conjunto del agua embotellada consumida. En términos de huella ecológica, la del agua embotellada es 300 veces superior a la del agua de boca servida en canalizaciones públicas.
¿Un instrumento eficaz para reducir el impacto medioambiental del agua embotellada? ¿O una medida demasiado radical? Juzgad vosotros.
La fuente es www.ecourbano.es
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